Extraído de La Plazuela, periódico local de Sigüenza (Guadalajara).
Las negritas, etc. son añadido mío.
Las negritas, etc. son añadido mío.
(darle) La vuelta al cole
Parece un momento propicio para ponerse a pensar en la educación
ahora que casi todo el mundo vuelve al cole – no sólo el alumnado y el
profesorado, padres y madres vuelven también ya que el calendario escolar, de
un modo u otro, marca los ritmos de la sociedad entera. Nada nos parece más
natural que la escuela; y sin embargo nuestro sistema escolar obligatorio es un
invento relativamente reciente. Nace a principios del siglo XIX en el Estado
Prusiano y se extiende e implanta en occidente con una velocidad asombrosa. Su
objetivo explicito era claro: formar empleados para el inmenso aparato estatal
que requería el nuevo modelo político, formar trabajadores que alimentasen las
fábricas que sustentaban el nuevo modelo productivo y tener soldados en la
reserva para batirse el cobre en las guerras imperialistas que la historia
dejaba entrever en el horizonte. Las academias de infantería y las nuevas
penitenciarías que empezaban a proliferar sirvieron de modelo para esta
increíble obra de ingeniería social. Su pretexto, el igualitarismo y la
libertad ilustradas. Sus recetas de aprendizaje, la segregación por grupos de
edad, un currículum pre-establecido, graduado y por materias, exámenes y
calificaciones. Y así nació y ha continuado la escuela con unos pocos cambios –
no tantos - hasta hoy.
Nada nos parece más natural que la escuela, nada menos cuestionado
que el colegio; su pertinencia, la necesidad que de ella tenemos todas las
sociedades, casi nunca es puesta en tela de juicio. La escuela es fuente de
progreso, de desarrollo, de libertad, de cultura. Y sin embargo al mismo tiempo
es difícil encontrar a quien se sienta plenamente satisfecho con ella. El
porcentaje de fracaso escolar en nuestro país – y en casi todos – es alarmante,
la conflictividad y violencia en las aulas resulta ya en muchos casos
ingobernable, cada vez más chavales y chavalas son diagnosticados con síndromes
y patologías que sólo tienen sentido dentro de ese modelo escolar concreto y
que por ello no es descabellado pensar que son producidos por la propia
institución escolar y la dificultad creciente que niños y niñas experimentan al
intentar encajar en ella. Gran parte del profesorado está quemado, desencantado
o deprimido, y una importante cantidad de alumnos y alumnas, estresados o
aburridos como ostras. Y es que el mundo que habitamos no es ya la Prusia del
siglo XIX, los niños y las niñas no son del siglo XIX, las habilidades
necesarias hoy no son las del siglo XIX, pero cada mañana niños y niñas de todo
el mundo, maestros y profesoras, viajan en el tiempo y pasan unas cuantas horas
en la Prusia del siglo XIX. Este año se ha dado a conocer un documento llamado
Manifesto15 que promueve la reforma de los sistemas educativos. Según este
texto la situación actual es que se está intentando enseñar a niños 3.0 con un
sistema educativo 1.0, y nos da unas claves para entender qué tipo de educación
sería adecuado a las nuevas generaciones y pertinente en la era digital de la
información. Se trata de una educación democrática, autodirigida por los
alumnos, flexible, libre de exámenes y sin un currículo predeterminado. ¿Pero esto
es posible? ¿cómo saber si podría funcionar?
Es bien sabido – pues los medios se encargan periódicamente de
repetírnoslo machaconamente – que España obtiene uno de los peores resultados
en el informe Pisa, que mide la calidad y eficiencia de los sistemas
educativos de diferentes países. El país mejor calificado por ese informe es
Finlandia. En Finlandia los alumnos tienen menos horas de clase, hay menos
alumnos por clase, los profesores están mejor pagados y son una de las
profesiones con más prestigio. Los currículos son flexibles y abiertos, también
los grupos. El alumnado tiene más responsabilidades y libertades dentro del
ámbito escolar. No hay prácticamente exámenes y desde luego nunca para los
niños y niñas de menor edad. ¿Qué hacemos ante esta situación? ¿Mirar a
Finlandia? No, que va, la receta para España es más de lo mismo: fijar,
determinar y cerrar aún más el currículo, aumentar la ratio profesor alumno,
reducir el sueldo al profesorado, aumentar controles y exámenes, dar más peso a
las calificaciones y menor responsabilidad al alumno en su propio proceso de
aprendizaje. Einstein definía la locura como hacer una y otra vez lo mismo
esperando obtener resultados diferentes. Está claro que según Einstein en
España – y en casi todo el mundo - estamos locos.
Y sin embargo lo que parece una locura es cuestionar el cole,
intentar cambiarlo. Pero la realidad es que la Unesco lleva ya unos años
pidiendo una reforma global radical del sistema educativo que responda a las
características de un nuevo tiempo; su modelo está ya definido, y no se parece
en nada al actual, y sí mucho a las diferentes alternativas educativas que
desde hace décadas vienen desarrollándose. Se parece mucho más a las propuestas
del Manifesto 15 que a la Prusia del XIX. ¿Pero cuáles son estas alternativas
educativas? Son las que nos muestran que no sólo otra educación es posible,
sino que ya está sucediendo en muchos lugares, las que nos prueban que sí, que
funciona, de forma diferente a la escuela convencional.
Ahora que casi todo el mundo vuelve al cole, familias de todo el
mundo – y aquí en España también – celebran la Jornada internacional por las
libertades educativas (JILLE). Se trata fundamentalmente de familias cuyos
hijos aprenden fuera del sistema escolar, sin escuela, en casa, o también en
diferentes escuelas libres, activas, democráticas, en comunidades de
aprendizaje y otras experiencias la mar de interesantes. Niños que no van al
cole, que aprenden con sus familiares, amigos y vecinos, niños y niñas que van
a escuelas en las que no hay horarios, ni asignaturas, ni exámenes, chavales y
chavalas que desarrollan libremente sus propias capacidades guiados por su
curiosidad, siguiendo sus pasiones, acompañados de adultos a los que trasmiten
su entusiasmo. Es de estas alternativas de donde bebió Finlandia, y a donde
mira la Unesco; Summerhill, Sudbury, el Pesta, Waldorf, pedagogías holísticas,
aprendizaje autónomo sin escuela, educación comunitaria o grupos de
aprendizaje.
Cada año la Asociación por la Libre Educación (ALE) promueve dos
encuentros de alternativas educativas en España. Los últimos dos años se han
celebrado en Condemios, Toledo y Cuenca. En ellos se reúnen familias y personas
de todo el Estado que de un modo u otro andan embarcados en proyectos alternativos
a la escuela convencional, y dónde nunca faltan invitados de otros países. Este
año contamos de nuevo con la participación – entre otros muchos ponentes – de
Derry Hannam. Derry es un inspector de educación Inglés jubilado, su carrera
empezó como profesor impulsor de un modelo democrático educativo dentro de la
escuela pública inglesa, y a día de hoy sigue siendo su principal objetivo para
toda la educación pública de Europa. Fue asesor del gobierno finlandés para su
reforma educativa. Como inspector defendió las escuelas libres de Summerhill y
Sudbury, así como el derecho a la educación en casa y el aprendizaje autónomo
sin escuela. Pero su propósito fundamental es una escuela pública nueva,
democrática, libre. Cada año es mayor el número de maestros y maestras,
profesores y profesoras, de la escuela pública que participan en los encuentros
de alternativas educativas y por las libertades en la educación. Muchos
estuvieron con Derry y todos de acuerdo en que otra escuela no sólo era
posible, sino necesaria.
Fernando Orozco Jabato