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... sigue leyendoHemos asumido que para aprender hay que ir a la escuela, el colegio, el instituto, la academia o la universidad: Lugares en los que los unos aprenden y otros enseñan, lugares en los que están todas las herramientas que necesitamos para aprender por que se han creado precisamente para ello. Hemos asumido que el aprendizaje es medible, evaluable y sólo cuando se consiguen los resultados esperados podemos decir que se ha aprendido. Para éso están los cursos, los exámenes y las evaluaciones. También hemos asumido que cuando se aprende tiene que haber “alumnos” y “profesores”, con sus correspondientes implicaciones, relaciones y jerarquías.
Casi sin darnos cuenta, la enseñanza se ha convertido en paradigma del aprendizaje, limitando así su realidad y nuestras posibilidades. En consecuencia, nuestra idea del aprendizaje se ha convertido en “algo” que “ocurre” en un contexto concreto, aséptico y controlado, con unos roles perfectamente definidos y con un único objetivo, que no tiene nada que ver con el proceso de aprendizaje sino con la estructuración del sistema educativo. Hemos asumido esta idea del aprendizaje con tanta fuerza que intentar aprender fuera de él nos resulta extraño.
Los peor es que no nos damos cuenta lo artificial y forzado que resulta el planteamiento, entorno y dinámica del aprendizaje para nuestros hijos.