El apicultor fué encantador con nosotros y no sólo nos explicó todo, si no que atendió pacientemente todas nuestras preguntas.
Una de las cosas más divertidas, por supuesto fué el ponernos la vestimenta protectora, qué risas nos echamos todos.
Después de ver las colmenas y el pequeño museo, los peques realizaron otras actividades como elaborar una vela.
Colorear unas abejitas...
Y por supuesto hubo degustación de miel, de la que disfrutamos grandes y pequeños.
Sin duda, recomendamos la visita al centro de divulgación apícola "A casa das abellas".
Detalle de una de las estanterías de la tienda de A casa das abellas |
Por cierto, para completar el día, vimos Bee Movie.