Laura Mascaró es abogada y madre que escolariza en el hogar
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Seguiremos educando en casa
La situación legal del homeschooling en España siempre ha sido delicada. Hay un vacío legal que nos deja en una situación de inseguridad jurídica pero, aún así, pese o gracias a esa falta de reconocimiento explícito, nos hemos sabido defender. Muchas familias homeschoolers no tienen ningún problema a nivel legal. Las que lo tienen, ganan. A nadie le han quitado la custodia, le han multado o le han metido en la cárcel por no escolarizar.
Sin embargo, ayer el Tribunal Constitucional dictó una sentencia sorprendente y jurídicamente muy discutible. Cuestiones procesales aparte, los fundamentos jurídicos de la sentencia resultan sorprendentes y, sobre todo, alejados de la realidad actual del panorama educativo español. Como bien dice Victoria Llopis, tiene gracia que esta sentencia salga justo después de que el informe Pisa deje el listón de la educación española (de la oficial, digo) a un nivel al que sólo podemos llegar si montamos una excavación arqueológica. Pero, para el TC, esto es irrelevante; lo único que le importa es que los padres "no pueden negar a sus hijos el derecho y el deber de participar en el sistema oficial de educación, que derivan del mandato constitucional de enseñanza obligatoria". Como si "enseñanza" y "escolarización" fueran equivalentes. ¿Acaso la escolarización es un fin en sí mismo? ¿Acaso no es la escolarización un medio –uno entre muchos– de alcanzar un fin, que es la educación?
Lo más sorprendente de esta sentencia es que el Ministerio Fiscal "centra su argumentación en que la educación en el propio domicilio debe cumplir unos requisitos que el supuesto no cumple: por un lado, que su finalidad obedezca al pleno desarrollo de la personalidad humana y, por otro, que esté asegurada la suficiencia de contenidos, ya que es principio constitucional la habilitación a los poderes públicos para homologar e inspeccionar el sistema educativo". En primer lugar, es una novedad que la educación en casa, que no está reconocida ni regulada por ninguna ley, tenga unos requisitos. En segundo lugar, da por hecho que, en el caso concreto de los recurrentes, no está asegurada la suficiencia de contenidos cuando se trata de unos niños que hablaban cinco idiomas, sabían música y recibían clase de matemáticas, ciencias y lengua, así como educación ética. Quizás en este caso, más que suficiencia, había exceso de contenidos y de resultados académicos y, claro, el Estado no va a permitir que se demuestre que alguien es más eficaz y más eficiente que él a la hora de proveer educación (o cualquier otro "servicio público").
Mientras tanto, el secretario de estado de Educación, Mario Bedera, ha declarado que la educación en casa es algo "absolutamente minoritario" y que, por tanto, "no requiere de una regulación". O sea, que las minorías no merecemos siquiera la atención de que se reconozcan y garanticen nuestras libertades. También ha dicho que "se trata de una sentencia del TC sobre un caso concreto, lo que demuestra que es algo minoritario". ¿Acaso no tratan todas las sentencias sobre casos concretos? ¿Acaso lo minoritario es irrelevante para el Estado?
De pequeña, y de adolescente, siempre quise tener algo por lo que luchar. Me daban un poco de envidia las personas de otros lugares y de otras épocas que se habían visto en la necesidad y en la obligación moral de luchar por sus ideales. Nosotros, en los 90 y en España, lo teníamos todo demasiado fácil.
De pequeña, y de adolescente, además, siempre quise ser escritora. Pero sentía que me faltaba mucha experiencia vital como para tener algo interesante que contar. No tenía ni idea de que, al llegar a la treintena y siendo madre, iba a encontrar ese "algo por lo que luchar" y esa "experiencia vital" sobre la que escribir.
Ahora, desde la Asociación para la Libre Educación, lucho para que los homeschoolers españoles salgamos del vacío legal y para que nuestros hijos tengan el derecho (que no la obligación) de examinarse por libre al final de cada ciclo y así poder titularse a la misma edad que los niños escolarizados. Y seguiremos educando en casa, porque educar en casa no es un capricho, no es sobreproteger y no es aislar a los niños de la sociedad. Educar en casa es un proyecto de vida, es vivir según tus propios valores y es tomar toda la responsabilidad por esas personas que dependen de ti: tus hijos.
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* Vía: e-mail de Laura Mascaró (¡gracias!)