El Dr. Brian Ray, presidente del National Home Education Research Institute,(www.nheri.org), comparte estas palabras con Madalen Goiría a propósito de la publicación de la Sentencia del Tribunal Constitucional de hace unas semanas. Las reproducimos con autorización obtenida aquí.
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Es la vieja batalla. Alguna institución resulta investida de la autoridad máxima sobre la educación y la crianza de los hijos, sea ésta el estado o los titulares de la patria potestad. Aquellos que se posicionan a favor de los padres, proceden normalmente del paradigma del liberalismo clásico o parten de la base de las sagradas escrituras. Aquellos que favorecen el control estatal, del otro lado, ponen su fe en la opinión pública mayoritaria o en las opiniones minoritarias de algún filósofo destacado sobre lo que es conveniente para los niños/la sociedad bajo la potestad de la administración (dígase el Estado). Ambas posiciones, al fin y al cabo, residen en última instancia en algún tipo de fe en la base que las sustenta.
Unos pocos académicos han argumentado que los intereses en juego son trinarios- padres, estado y el menor- y no duales. Sin embargo, este argumento cae por su peso desde el momento en el que, quienes favorecen esta posición, recurren en última instancia al estado para que decida si se respetan o no los intereses del menor. De manera que el inicial triángulo queda limitado a la clásica dicotomía, el estado y los padres.
Espero de todo corazón que la corriente global que promueve la libertad de conciencia, libertad de expresión, libertad de religión, capacidad de elección educativa, diversidad en los modos de crianza, heterogeneidad en los métodos de enseñanza y aprendizaje, adaptación de los curriculums a las necesidades de su destinatario, la excelencia educativa, el desarrollo social, emocional y psicológico sólidos, y la importancia de confiar en que los padres son capaces de educar a sus hijos e hijas prevalezca pronto en España.